Un
nuevo golpe de efecto. Otra llamada de atención a Occidente. Un recurso cada
vez más desesperado. Una bravuconada. Una amenaza realmente seria. Un
movimiento de cara a la gallería norcoreana. Todo ello se une, probablemente,
en el rosario de advertencias y declaraciones belicistas que ha efectuado
Pyongyang casi a ritmo diario en las últimas semanas, y que ha continuado
este sábado con la afirmación de que ha entrado en “estado de guerra” con Corea
del Sur. “Desde este momento, las relaciones Norte-Sur han entrado en estado
guerra y todas las cuestiones que surjan entre el Norte y el Sur serán abordadas
en consecuencia”, asegura un comunicado firmado por el Gobierno y el Partido de
los Trabajadores de Corea, difundido por la agencia oficial norcoreana KCNA.
La
declaración no cambia gran cosa en sí, ya que los dos países se encuentran
técnicamente en guerra porque el conflicto de Corea (1950-1953) finalizó con un
alto el fuego que nunca se convirtió en tratado de paz definitivo. Pero sube un
nuevo peldaño en la escalada de retórica puesta en marcha por el régimen de Kim
Jong-un en respuesta a los ejercicios militares conjuntos que están llevando a
cabo Estados Unidos y Corea del Sur en la región y a las sanciones
impuestas por la ONU por la prueba atómica que ejecutó el 12 de febrero pasado.
El Norte ha amenazado también con ataques nucleares preventivos contra Corea
del Sur y Estados Unidos y ha declarado rotos todos los pactos de no agresión
con Seúl, incluido el armisticio de la guerra de Corea.
El
Ministerio de Unificación surcoreano ha respondido rápidamente al comunicado y
ha asegurado que no es nada nuevo y sigue a la puesta en alerta de las tropas
norcoreanas por los ejercicios militares en el Sur, que Pyongyang considera un
ensayo de invasión.
El
líder norcoreano, Kim Jong-un, celebró en la madrugada del viernes “una reunión
de urgencia” con altos generales y dijo que “en vista de la situación, ha
llegado el momento de saldar cuentas con los imperialistas de Estados Unidos”.
Acto seguido, dio orden a las unidades de misiles de que se colocaran
en posición de espera para atacar las bases de Estados Unidos en Corea del Sur
y el Pacífico, como respuesta al vuelo el jueves de bombarderos furtivos B-2
estadounidenses sobre Corea del Sur en el marco de las maniobras.
Desde
la Casa Blanca no han tardado en reaccionar. "Hemos visto las
informaciones sobre un nuevo comunicado no constructivo de Corea del Norte.
Tomamos estas amenazas en serio y mantenemos las relaciones con nuestro aliado
surcoreano", ha asegurado la portavoz del Consejo Nacional de Seguridad,
Caitlin Hayden.
Los
analistas consideran muy poco probable que estalle un conflicto amplio porque
sería un suicidio para el régimen de Kim Jong-un, aunque sí podrían producirse
escaramuzas. Piensan que el Norte está presionando para empujar a Estados
Unidos a la mesa negociadora, con objeto de obtener ayuda y restablecer las
relaciones, al tiempo que fomenta la lealtad del pueblo hacia el joven e
inexperto Kim Jong-un.
Decenas
de miles de personas participaron el viernes en la plaza principal de Pyongyang
en una manifestación de hora y media en apoyo del llamamiento a las armas.
Barcos de guerra pequeños norcoreanos, incluidas patrulleras, han llevado a
cabo esta semana maniobras navales en ambas costas cerca de la frontera con el
Sur, según ha informado el Ministerio de Defensa en Seúl. Su portavoz, Kim
Min-seok, ha asegurado que están vigilando de cerca cualquier signo de que
Pyongyang se disponga a disparar misiles.
China,
lo más cercano a un aliado que tiene el Norte, repitió el viernes sus
llamamientos a la calma. “Esperamos que las partes implicadas trabajen juntas
para darle la vuelta a esta tensa situación”, dijo Hong Lei, portavoz de
Exteriores. Mientras, Rusia criticó de forma implícita el vuelo de los
bombarderos estadounidenses. “Nos preocupa que al lado de la reacción adecuada
y colectiva del Consejo de Seguridad de la ONU, se estén tomando acciones
unilaterales alrededor de Corea del Norte que están incrementando la actividad
militar”, dijo Sergei Lavrov, ministro de Exteriores, informa Reuters. “La
situación podría simplemente descontrolarse, está deslizándose hacia la espiral
del círculo vicioso”.