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viernes, 27 de junio de 2014

Miranda: ¿Protección, chantaje o desinformación?

Cuando Dios creó el mundo dotó a cada nación de riquezas naturales para el uso y la conservación de la especie humana. Venezuela es rica en petróleo, como lo son Colombia, los Estados Unidos, Rusia, Canadá, los países árabes y muchos otros. Trinidad debe su bonanza al gas natural y ahora otras economías aumentan sus  riquezas con las nuevas reservas deshale gas o gas de pizarra, cuya explotación cambiará el equilibrio energético mundial.

Chile tiene una minería de cobre que le ha permitido crecer con mucha estabilidad en la región. Es una de las naciones más respetuosas de su medio ambiente, pero a nadie se le ocurriría decirle a un chileno que cierren sus yacimientos mineros.

Nuestro país fue bendecido con playas hermosas y todos estamos de acuerdo que  construir hoteles tiene un impacto ambiental, pero que si se hace siempre respetando el medio ambiente y mejorando el entorno no hay nadie que se oponga a estas infraestructuras, que se han convertido en la columna vertebral de nuestra economía y han puesto a la República Dominicana en el mapa mundial como uno de los mejores destinos turísticos.

Además de playas somos grandes productores de ámbar, de los pocos en el mundo, creando un importante negocio de joyería artesanal que emplea mucha mano de obra.

¿Por qué entonces es que cada vez que deseamos desarrollar un proyecto minero se hace tan difícil y conflictivo? ¿Cuáles son los intereses que medran en contra del país para que en vez de emitir deuda a través de la colocación bonos exportar oro, plata, bauxita o níquel y agenciarnos divisas para acumular reservas en el Banco Central y equilibrar nuestra balanza de pagos?.

El recién designado ministro de Energía, Pelegrín Castillo, decía, con sobrada razón, que nos falta una política minera para lograr que la población que ha sido bendecida con estos recursos se beneficie directamente de ellos.

El funcionario tiene total razón en ambos conceptos, que debemos analizar más allá de la minería. Por ejemplo, la población de Haina se queja, con mucha razón, que siendo el mayor centro productivo del país es una comunidad olvidada. Puertos, plantas de electricidad, industrias, refinería de petróleo y, sin embargo, la pobreza se localiza en cada esquina. 

Los empresarios de la zona tienen políticas de responsabilidad social, han construido un politécnico impresionante, tienen una fundación que trabaja muy de cerca con la comunidad, se trabaja intensamente en la limpieza de cañadas, calles, en la arborización, en producción limpia en áreas educativas, pero la población entiende que deben recibir más apoyo del presupuesto de la nación y también del sector privado.

Con relación a la minería se ha desatado una controversia interminable sobre la explotación de la Loma Miranda. Muchos olvidan que hace muchos años ese lugar fue devastado con la tala de árboles de los aserraderos en época. Para entonces, la responsabilidad con el medio ambiente prácticamente no existía y fue el expresidente Balaguer quien cerró dichos aserraderos, a consecuencia de lo cual Loma Miranda se reforestó por sí sola.

¿Por qué ahora que se quiere hacer una explotación responsable, basada en técnicas mineras de última generación, hay sectores que se oponen? Falcondo está en el país desde 1956 y, en su momento, con una inversión de US$2,800 millones fue el mayor proyecto de níquel del mundo. El Estado recibe una tasa del 50% de impuesto sobre la renta y tiene una participación del 10% en las acciones, por las cuales también recibe importantes beneficios.

Falcondo no solo ha generado más de 2,000 empleos de calidad, entrenando mano de obra local y su impacto en la zona no se ha limitado a la creación de empleos, sino que ha apadrinado 135 centros educactivos, ha invertido más de US$30 millones en carreteras, acueductos, viviendas, planes de electrificación, apoyo a micro empresarios, sin obviar el apoyo a la cultura local, como el Museo Cándido Bidó y el patrocinio a artistas y festivales.

La explotación de Miranda generaría para el país ingresos superiores a los 5,400 millones de dólares y para Falcondo 1,000 millones de dólares. Sin duda que los grandes beneficiarios seríamos los dominicanos. ¿Qué es lo prudente? Permitir la explotación que, como todos sabemos, se centraría en una pequeña porción de la loma, exigiendo un manejo ambientalmente responsable y sancionable en base nuestras leyes.

Debemos estar conscientes de que la minería de hoy es diferente a la que se hacía en los años 50 del siglo pasado, mucho menos dañina al ambiente y capaz de desarrollar remediaciones ambientales en corto tiempo una vez culminada la explotación. Aquí esto es posible con planes bien establecidos y un seguimiento serio de parte de las autoridades. 

No me cabe dudas que después de un proceso de extracción Miranda puede ser llevada a sus condiciones anteriores o mejores aunque cuando fue devastada por aserraderos irresponsables que no se preocupaban por reforestar sino simplemente talar y cobrar jugosos beneficios. Tenemos la oportunidad de hacer algo distinto en minería.

Esta es una coyuntura importante para escoger entre el endeudamiento acelerado, que ya llega al 48% del PIB –un dato que inquieta al FMI y alarma a la OCDE- o utilizar en forma racional y con sostenibilidad los recursos que nos ha provisto la naturaleza.

A los políticos implicados en este tenso debate –sobre la conveniencia o no de la explotación de Miranda- debo decirles que, si bien a veces son susceptibles a las críticas, no deberían dar paso al chantaje y adoptar decisiones con visión de largo plazo.

A pesar de lo mal que se habla de nuestro legisladores, soy de los que piensan que son muchos más los que están interesados en nuestro desarrollo que los que podrían actuar por un interés personal. 

Conocí a muchos congresistas durante mi paso por el Gobierno y guardo gratos recuerdos de su entrega al servicio de la nación y su deseo de que mejoremos nuestras condiciones. 

No hay que temer al uso de micrófonos que, como ametralladoras morales, izan la bandera de un discurso medio ambiental oportunista en el que no creen, pero que lo aprovechan en forma clientelar pensando en llenar de plata sus bolsillos, que son a fin de cuentas su propia minería. 

¿Por qué perder la oportunidad de que ingresen más recursos a las arcas de un Estado necesitado de fondos? ¿Para qué impedir la dinamización de la economía local a través de las compras de insumos, la generación de miles de empleos directos e indirectos? ¿Por qué impedir una operación minera que puede aportar a la solución de la crisis eléctrica a través de inversiones en unidades generadoras?

No tengamos miedo. Otros países tienen la minería como un sector estratégico y lo manejan con responsabilidad. Es tarea del nuevo Ministerio de Energía y Minas establecer y consensuar políticas claras para la minería, y el Ministerio de Medio Ambiente, velar por el cumplimiento de la licencia ambiental y la recuperación de las áreas donde se extraerá la riqueza para el país. Quizás necesitamos un pacto por la minería sostenible.


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